🥀 Cómo es vivir con alguien que solo te da migajas emocionales - 🥀 What It’s Like to Live with Someone Who Only Gives You Emotional Crumbs

 

Vivir con alguien que solo te da migajas emocionales es como tener sed en el desierto…
y que te den una gota de agua… solo cuando les da la gana.
Una gota que no sacia, no llena, no sostiene. Pero como es algo, terminas convenciéndote de que es suficiente.

Y no lo es.

Estar con alguien así es caminar en puntillas todo el tiempo.
No sabes cuándo va a tener un gesto lindo, una palabra dulce, una caricia verdadera.
Y cuando lo hace —tal vez una vez al mes, tal vez cuando siente que te estás alejando— tú lo agarras con fuerza.
Porque estás tan hambrienta de amor… que hasta un suspiro parece un banquete.

Pero no lo es.
Es solo una migaja.

Una relación con migajas emocionales es silenciosamente destructiva.
No hay gritos. No hay golpes.
Pero hay ausencia. Frialdad. Egoísmo. Desprecio disfrazado de indiferencia.

Hay un “te amo” cuando ya estás por rendirte.
Un “perdón” cuando ya lloraste mil veces sola.
Un gesto de cariño justo cuando decidiste que no podías más.

Y en tu mente suena la esperanza: “Tal vez esta vez sí cambie.”
Pero no cambia.
Porque esas migajas no son amor. Son una estrategia.
Para mantenerte ahí. Callada. Dudosa. Esperando.

Yo viví eso.
Esperando atención. Esperando afecto.
Rogando por cosas que deberían haber sido naturales:
una mirada con ternura, un abrazo sin presión, un “estoy aquí para ti” sin condiciones.

Y me dolía aceptar que no lo iba a recibir.
Que lo que me daban no era lo que merecía…
era lo que les sobraba.

Hoy lo digo claro:
Yo no nací para sobrevivir a migajas.
Yo nací para ser amada con todo el alma.
Para ser vista, escuchada, cuidada… no solo cuando están a punto de perderme.

Si tú también estás viviendo eso… te entiendo.
No estás loca por querer más. No estás exagerando.
Solo estás reconociendo que tu corazón ya no se conforma con menos de lo que vale.

Y tú vales todo el pan, no las migajas.

- English

Living with someone who only gives you emotional crumbs
is like being thirsty in the middle of a desert…
and being handed a single drop of water — only when they feel like it.
A drop that doesn’t quench you, doesn’t sustain you, doesn’t fill you.
But because it’s something, you convince yourself it’s enough.

But it’s not.

Being with someone like that means constantly walking on eggshells.
You never know when they’ll be kind, when they’ll show affection,
when they’ll say something that feels real.
And when they finally do — maybe once a month, maybe when they feel you slipping away —
you cling to it.
Because you’re so starved for love… that even a sigh feels like a feast.

But it’s not.
It’s just a crumb.

A relationship built on emotional crumbs is silently destructive.
There are no screaming matches. No bruises.
But there’s absence. Coldness.
Selfishness. Contempt disguised as indifference.

There’s an “I love you” when you’re about to break.
A “sorry” after you’ve cried yourself to sleep.
A sweet gesture when you’ve already decided to walk away.

And in your mind, hope whispers:

“Maybe this time will be different.”

But it never is.
Because those crumbs aren’t love — they’re control.
Just enough to keep you there. Quiet. Doubting. Waiting.

I lived that.
Waiting for attention. Waiting for affection.
Begging for things that should’ve been freely given:
a warm glance, an unforced hug, a simple “I’m here for you.”

And it hurt to admit that I wasn’t going to get it.
That what I was given wasn’t what I deserved…
it was just what they had left to give.

Today, I say it clearly:
I wasn’t born to survive on crumbs.
I was born to be loved fully — not halfway.
To be seen, heard, and cared for — not only when they’re afraid to lose me.

If you’re living this too… I see you.
You’re not asking for too much.
You’re simply realizing that your heart can no longer survive on scraps.

And you, my love —
you deserve the whole damn loaf. Not just the crumbs.