👣 El que me enseñó a ser mamá - 👣 The One Who Taught Me to Be a Mom

Antes de él, ya había sentido el dolor de una pérdida.
Un embarazo anterior que no llegó a término.
Una ilusión que se fue antes de tiempo.
Un duelo que pocos entendieron, pero que marcó mi alma.

Por eso, cuando supe que venías tú, hijo mío…
algo en mí tembló.
Tenía miedo, claro.
Pero también tenía esperanza.

Tú fuiste mi milagro.
Mi segunda oportunidad.
La luz que llegó después de una tormenta silenciosa.

Cuando te tuve en mis brazos por primera vez,
mi corazón entendió lo que era el amor real.
El amor que no exige, que no falla, que no hiere.
Solo ama. Solo cuida. Solo entrega.

Tú me hiciste madre.
Me diste una identidad que nadie podrá quitarme.
Me diste fuerza cuando no tenía ni ganas de seguir.
Me enseñaste que yo era capaz de proteger, guiar, amar sin medida.

Fuiste mi motor.
Mi esperanza.
Mi alegría en días oscuros.
Mi abrazo más sincero.

Contigo aprendí a sanar un poquito.
A creer en los milagros.
A entender que a veces Dios nos devuelve lo que pensábamos perdido,
pero en una versión aún más hermosa.

Gracias, hijo mío,
por elegirme.
Gracias por ser la respuesta a una oración que hice llorando.
Gracias por traerme de vuelta a la vida.

Fuiste, eres y serás
mi mayor bendición.


- English


Before him, I had already felt the pain of loss.
A previous pregnancy that didn’t make it.
A dream that ended too soon.
A grief that few understood, but one that marked my soul forever.

That’s why, when I found out you were coming, my son…
something inside me shook.
I was scared, of course.
But I was also full of hope.

You were my miracle.
My second chance.
The light that came after a silent storm.

When I held you in my arms for the first time,
my heart finally understood what real love was.
The kind of love that doesn’t demand, doesn’t hurt, doesn’t fail.
It simply loves. Protects. Gives.

You made me a mother.
You gave me an identity no one can take from me.
You gave me strength when I had none left.
You taught me that I was capable of protecting, guiding, and loving without limits.

You were my fuel.
My hope.
My joy on the darkest days.
My purest hug.

With you, I began to heal.
To believe in miracles again.
To understand that sometimes God gives us back what we thought we lost—
but in an even more beautiful form.

Thank you, my son,
for choosing me.
Thank you for being the answer to a prayer I once made through tears.
Thank you for bringing me back to life.

You were, you are, and you’ll always be
my greatest blessing.

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